martes, 9 de octubre de 2007

"El trabajo en la tercera edad". Documento Académico.


Autores: Carolina Notta, Melisa Pinto y Alejandro Montbrun
Agradecimientos:
Los integrantes del grupo de trabajo desean agradecer la contribución bibliográfica y académica de la profesora María Elina Feilberg.


Introducción
Como punto de partida de nuestro trabajo de investigación, se tomó el tema propuesto por la cátedra “el trabajo”. De allí analizamos las implicancias que este concepto tiene en la sociedad. Dentro de las opciones que surgieron de la red conceptual nació el interrogante respecto al trabajo de los ancianos y de esta manera aparecieron sucesivamente nuevas cuestiones referidas a ese tema como por ejemplo, la cantidad de ancianos que hay en Río Cuarto, si los ancianos de la ciudad se encuentran insertos en el mercado laboral, etc.
Por ser la cantidad de ancianos susceptibles de constituirse como la población a ser estudiada, muy numerosa, se debió delimitar la misma, por razones de tiempo y presupuesto, constituyéndose la unidad de análisis solamente con los ancianos jubilados.
En base a todo lo realizado, decidimos que el tema trabajo surja como una consecuencia de nuestro problema que ha sido planteado en los siguientes términos: ¿En qué ocupan el tiempo los ancianos jubilados?.
Planteado el problema, establecimos los objetivos de la investigación; ellos son:
· Conocer las actividades de los ancianos jubilados de la ciudad de Río Cuarto.
· Conocer la opinión de los protagonistas de la investigación sobre la inserción que les da la sociedad.
· Descubrir las posibles causas que motivan a los jubilados a realizar actividades.
Teniendo en cuenta la bibliografía leída formulamos nuestra hipótesis de trabajo: “En su tiempo los ancianos jubilados realizan actividades para sentirse útiles”


Marco teórico
Introducción
Las sociedades actuales en los últimos años han estado experimentando un proceso de envejecimiento. Dicho proceso se produce debido a la disminución de la proporción de jóvenes simultáneamente con el incremento de la proporción de la población anciana. Esto último derivado del mejoramiento de la salud pública, del nivel de vida y de los programas de seguridad social y de los grandes progresos en las ciencias médicas, debido a los cuales se ha disminuido el índice de mortalidad y se ha aumentado la expectativa de vida. Por ello es que la vejez se ha convertido en la actualidad en tema fundamental de debate y discusión en todos los ámbitos. Además desde las ciencias sociales y las naturales se lo ha tomado como objeto de estudio y de investigación y se han propuesto diversas explicaciones para dicho fenómeno, el de la vejez.
Al ser un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad, el envejecimiento de la población aparece como un reto que hay afrontar.
La vejez como objeto de estudio
Según Laforest en su libro “Introducción a la Gerontología”, desde la Gerontología, disciplina que se ocupa de los problemas del envejecimiento de la población y del estudio científico de los fenómenos relacionados con la vejez normal, se persigue una doble finalidad: la prolongación de la existencia humana y la mejora de las condiciones de existencia de las personas ancianas.
Las definiciones de la vejez formuladas por la biología y las Ciencias de la salud tienen como común denominador el progresivo deterioro del organismo ocasionado por el proceso de envejecimiento. La vejez se define como un proceso de decadencia estructural y funcional del organismo humano. Así mismo las definiciones de la vejez según las ciencias sociales tienen en común el concepto de jubilación. Este está definido de dos modos: de modo positivo, como una adaptación de la participación social consecutivamente al declive biológico de la persona que envejece; y de modo negativo como una exclusión o un desentenderse de toda participación social.
Existen diversas definiciones del concepto de vejez. Según las ciencias sociales, la vejez es la edad de jubilación como consecuencia del declive biológico acarreado por el proceso de envejecimiento. Desde el punto de vista cronológico, la vejez es el estado de una persona en edad avanzada. La definición tomada por la Gerontología es la que considera al fenómeno como el estado de una persona que por razón de su crecimiento en edad, sufre una decadencia biológica de su organismo y un receso de su participación social.
Crisis de la vejez
El conflicto más importante y de mayor trascendencia en la ancianidad es la crisis de la vejez definida esta entre experiencias contradictorias. El éxito de la vejez consiste en vivir esta última etapa de la vida como un período de crecimiento. Por el contrario, se experimentará un fracaso si se vive como un período de estancamiento seguido de regresión. Así cuando no se llega a solucionar de modo positivo la crisis de la vejez, la desesperación y la falta de esperanza se manifiestan en el espíritu del anciano.
La crisis de la vejez se da primeramente en el campo de la identidad personal. Cuando las pérdidas de la vejez son vividas por el anciano como un atentado a su identidad, su autonomía y participación social resultan afectadas. Las pérdidas asociadas al proceso de envejecimiento crean para el individuo un campo de experiencias que son agresión a su identidad personal. Lo más importante es el declive físico debido a la importancia del cuerpo en la formación de la propia imagen. El deterioro de la imagen corporal es lo que más agrede en su identidad a la persona que envejece.
Sin embargo, las pérdidas físicas no son las únicas que experimentan las personas de edad, también está la disminución y a menudo la pérdida de autonomía, la creciente soledad seguida de la pérdida del papel social, juntamente con las defunciones de miembros de la misma generación. La pérdida de autonomía es la dependencia de una ayuda sustitutiva para llevar a cabo las tareas ordinarias de la vida cotidiana necesarias para la seguridad y la satisfacción de las necesidades físicas básicas. La pérdida de la función social es particularmente traumatizante, puesto que los roles sociales son normalmente fuente de pertenencia, dinamismo y valoración.
Todas la pérdidas que sufren la personas de edad avanzada pueden deteriorar la autoestima.
Por todo lo expuesto, la crisis de la vejez es ante todo una crisis de identidad, a partir de la que el individuo debe redefinir su propia identidad, reapropiarse de la identidad que ya posee. Para ello los ancianos necesitan vivir en un contexto relacional adecuado.
Crisis de pertenencia
La jubilación, considerada como una retirada progresiva de la actividad profesional, es inevitable e inherente al proceso de envejecimiento en razón del declive físico- psicológico del organismo. La adaptación a la jubilación es vivida por la persona que envejece como uno de los períodos más críticos de su vida. El retiro y la jubilación constituye un problema social que influye en lo psicológico. Cuando el trabajo ha sido un eje determinante en la vida del sujeto, la jubilación puede afectar su identidad y autoestima.
Las relaciones de la persona que se jubila con su grupo de pertenencia se ven afectadas por esa retirada de la vida profesional activa. El declive fisiológico es una experiencia desvalorizante, capaz de afectar la propia imagen. La condición de jubilado contribuye a la crisis de identidad y a la disminución de su autonomía,
Según las condiciones sociales en que se la viva, la jubilación provocará en la persona que envejece una profunda crisis. Generalmente se produce un desapego recíproco entre la sociedad y los ancianos. Éste puede ser entendido en dos sentidos: como una adaptación de la participación social, aligeramiento progresivo de la actividad profesional y diversificación de los roles sociales o como la jubilación simple y pura de la participación social. En este último sentido, el desapego constituye una experiencia negativa que genera en los ancianos una crisis debilitadora. En la práctica, la sociedad toma como una retirada esa desvinculación de las personas de edad, puesto que la jubilación del trabajo está hecha en tales condiciones que conduce a la jubilación de la participación social y a la privación de las diversas formas de roles sociales, hasta el punto de considerar la jubilación como una muerte social.
La disminución del sentimiento de pertenencia social de las personas ancianas se experimenta por estas como una retirada de la corriente de la vida del grupo al que pertenecen. Es por ello que la crisis de la jubilación esconde una dimensión existencial. La jubilación implica una redefinición de la relación con la corriente de la vida. Por eso la crisis de la jubilación si no se soluciona de modo positivo desemboca en el tedio y la soledad. Para salir de estos estados los ancianos deben realizar actividades que tengan sentido para ellos, que signifiquen una forma real de pertenencia social.
Modelos de socialización en la tercera edad
De acuerdo con Vega y Sáez en su obra “Acción socio-educativa en la tercera edad”,existen distintas maneras de percibir la incidencia de los factores culturales, sociales y biológicos en el proceso de envejecimiento. Las dos más destacadas e importantes, relacionadas fundamentalmente con factores culturales y de socialización son: la teoría de la desvinculación y la teoría de la actividad.
La primera de estas afirma que los individuos mayores son proclives a ciertas formas de aislamiento social, a modelos sociales que implican reducción de los contactos sociales. Para los sostenedores de este enfoque, el deseo de ser útiles sólo se corresponde con la necesidad de encontrarse seguros y como consecuencia del temor de verse rechazados, indefensos y desamparados.
Informes obtenidos en hogares de ancianos mediante evaluaciones de tipo personal dificultan y problematizan la aceptación de postulados implicados en la teoría de la desvinculación.
Además, resultados de investigaciones realizadas en distintos contextos han determinado que los ancianos aislados representan un grupo minoritario en todos los países europeos y que por ello no se puede tomar tal fenómeno como algo típico y usual de la vejez en general.
La segunda afirma que sólo el individuo activo puede sentirse feliz y satisfecho. La persona ha de ser productiva, útil en el sentido material, en el contexto donde se encuentre. De lo contrario, la desgracia y el descontento, la sensación de inutilidad se centrarán en él. Plantea que la pérdida del rol por motivo de la jubilación significa una pérdida de función que comporta una limitación en su radio de acción, incluso pérdida de poder real.
Como consecuencia del efecto de la modernización, el anciano no posee los roles tradicionales de socialización y transmisión de valores; papeles tales como la transmisión vía oral han dejado de valorarse y como tal su rol se muestra superfluo. Los continuos cambios sociales, la permanente necesidad del sujeto activo de reciclarse, hacen del anciano un ser en terreno de nadie, un ser sin función valorable.
Esta pérdida de función de la generación más antigua dentro del contexto social, lleva implícita la separación espacial de los ancianos. La generación mayor ha perdido su función en la familia como potencia orientadora del comportamiento. Además esta pérdida limita su área funcional así como su espacio vital, con lo que se ve forzado a la inactividad y acaba sintiéndose inútil y por ello descontento. Esto es lo que debe evitarse.
Frente a ello, en la teoría de la actividad, se considera que el individuo debe ocupar su tiempo en nuevos roles propios de su nuevo estado, a fin de no caer en la inadaptación y la alienación. Se trata de encontrar estrategias de socialización que permitan bien conservar los antiguos roles que venían desempeñando, bien encontrar nuevos roles que supongan una aceptación real, una valoración por parte del contexto social en el que el anciano se enmarque. Los roles deberían estar valorados incluso económicamente, lo que resulta problemático debido a que la legislación vigente en muchos países impide la retribución económica de cualquier actividad después de la jubilación.
En un mundo laboral en crisis, con una juventud que lucha por un primer puesto de trabajo, en un contexto laboral de impresionante pugna tecnológica que conlleva una adaptación y reciclaje permanente, el anciano tiene muy pocas posibilidades reales de un trabajo normalizado y equiparado a nivel medio.
Walker, Kinnerl y Price, 1981, en contextos americanos, han trabajado sobre patrones de percepción de trabajo post-retiro. Han encontrado que no hay un patrón universal de actitud concreta respecto del trabajo, ni tampoco una caracterización universal de sus atributos.
Pese a ello, los patrones de trabajo reflejan razones referidas al retiro, regulación de la jubilación y status económico, así como sobre la salud y sentimiento acerca del retiro. Estos patrones estaban relacionados también con las actitudes sobre el retiro y la satisfacción, aunque variables como la salud, ingresos y sentimientos sobresalían más que las actividades para producir satisfacción. Los datos se analizan desde tres niveles de respuesta:
Ø Trabajando como voluntarios: los jubilados que realizaban trabajos de manera voluntaria en los años que correspondían al retiro tendían a ser un grupo de elite, en lo que se refiere a niveles educativos ocupando puestos de responsabilidad, con ingresos elevados a nivel de prejubilación. También tendían a tener buena salud y la mayoría habían planificado la jubilación. La consideración de la jubilación como momento de ocio era ampliamente rechazada.
Ø Trabajando por un sueldo: este grupo, que responde estar trabajando por necesidad, aparece en el estudio como subconjunto en desventaja general. Parece que en la mayoría la jubilación ha sido forzosa. Su retiro coincide con factores negativos; forzado a hacerlo, sin planificación del futuro. De haber podido elegir hubieran continuado trabajando. Su nivel de ingresos era menor en relación con los trabajadores voluntarios. En sus respuestas, unos contestaban que trabajaban por necesidad, otros por gustarles el trabajo y unos pocos, por el simple hecho de mantenerse ocupados. En su mayoría estaban de acuerdo con que la gente debería jubilarse sólo cuando sean incapaces de seguir trabajando.
Ø Jubilados que no trabajan: los pertenecientes a este grupo, aparecían con características más similares a nivel intergrupo que los anteriormente descritos. En términos de salud, aparecían o pobres o tan sólo suficientes pero no con demasiada buena salud.
En lo que se refiere a niveles de satisfacción referidos al factor trabajo y la jubilación, los encuestados que no trabajan ni como voluntarios ni por una paga eran más bajos en satisfacción general y los más bajos en las subescalas de actividad y salud. Aquellos jubilados que trabajaban por una paga eran los más bajos en la escala financiera.
Los jubilados que trabajaban como voluntarios y especialmente aquellos que trabajaban de ambas formas, por una paga y como voluntarios, fueron los más altos en las escalas de satisfacción. Dichas diferencias resultaban principalmente de los factores más sobresalientes interrelacionados con la salud, sentimientos acerca de la jubilación e ingresos.
Por otra parte, un estudio efectuado en los últimos años de la década de los sesenta muestra que sólo el 10% de las personas que se acaban de jubilar deseaban trabajo y eran capaces de seguir trabajando; cerca del 30% de estos tenían posibilidades de encontrar trabajo. Entre los encuestados, sólo el 8% de los jubilados declararon que la pérdida de trabajo era lo más negativo en la jubilación; un 40% no estaba de acuerdo con su edad de jubilación. La mayoría de los sujetos estaban conformes con el trabajo que habían realizado en su vida y en su mayor parte el motivo de su respuesta es porque les gustaba. A la pregunta sobre si se sienten extraños después de la jubilación o inútiles, tan sólo respondió que sí un 9% y 8% respectivamente. Sin embargo, aparecen datos que implican sentimientos claros de sentirse marginados por una sociedad que tan sólo valora la productividad.
Los dos modelos expuestos son quienes ofrecen el más amplio rango de explicación en el proceso de socialización de la tercera edad. Son quienes más literatura y polémica han suscitado en los últimos años en el plano de la investigación sobre el tema que nos ocupa. Pero existen otras perspectivas teóricas como la teoría del contexto social, la de la continuidad, etc. ,las que no han generado aportes novedosos que provocaran debate y discusión.
Los ancianos en la sociedad argentina
Trabajo y jubilación
En base a lo que dicen Knopoff y Oddone en su libro “Dimensiones de la vejez en la sociedad argentina”, según datos del Censo del año 1980, la Población Económicamente Activa (PEA) viene disminuyendo. Tal disminuciones explica en razón de que la población se inserta en el mercado laboral a edades más tempranas y se retira más temprano. Al mismo tiempo, la proporción de jubilados y pensionados aumenta.
Teniendo en cuenta a la PEA, se observa que a partir de los sesenta años se libera población anciana del mercado laboral, incrementándose en el segundo tramo jubilatorio -65 años y más-.
Aquellos que continúan en el mercado laboral, más allá de la edad considerada como jubilatoria, lo hacen participando fundamentalmente en los sectores de cuentapropistas y patrones. En este caso las mujeres se orientan más hacia el rubro familiar sin remuneración fija.
En cuanto a las actividades que realizan, aquellas que demandan esfuerzos físicos, gran habilidad y capacidad de adaptación son los que presentan la proporción más baja de trabajadores de edad. Las que exigen gran exactitud y precisión, en las que el factor tiempo no cuenta y que requieren años de experiencia son las que cuentan con un índice elevado de trabajadores de edad avanzada.
Sin embargo, existe una marcada tendencia de los trabajadores de mayor edad a no permanecer en el mercado laboral más allá de la edad jubilatoria.
Ocupación del tiempo libre y de la participación social.
Los ancianos, en nuestra sociedad, son proclives a ocupar la mayoría de su tiempo en realizar tareas vinculadas al hogar y para su familia.
En cuanto a la participación comunitaria-expresada en la asistencia a instituciones- esta es escasa.
Las actividades de tiempo libre se canalizan en primer término en ver televisión, escuchar radio, recibir y hacer visitas a familiares, salir a hacer alguna compra.
En segundo lugar, están aquellas como leer el diario, salir de paseo, caminar por el barrio o visitar amigos. Otros agregan a estas, leer algún libro o asistir al culto religioso.
Sólo una pequeña proporción asiste a eventos culturales y deportivos y unos pocos son los que los practican.
A través de los medios de socialización, vemos que: el anciano tenía la misión fundamental de transmitir los valores imperantes en la cultura; poseía un rol social de importancia en la sociedad que se extiende desde 1880 a 1960.
Es a partir de la década del sesenta que se produce un salto en la tecnología espacial y en las comunicaciones a escala mundial. Ello trae aparejado una brecha entre los valores de las generaciones. El papel asignado a los mayores es el del abuelo. La sociedad actual deja a las personas de mayor edad sin roles sociales que cumplir. De allí que las actividades de tiempo libre se focalicen para este sector de la población en el mundo privado, el mundo de la familia. Este rol es asumido por los ancianos en la relación marginación /aislamiento. Esta marginación proviene de la propia sociedad y sus instituciones.
Los ancianos suelen manifestar sentimientos de soledad, asilamiento y depresión. Aquellos pocos que han podido acumular recursos en la edad activa que les permiten participar en actividades sociales extra familiares, presentan una mejor adaptación al medio, mayor satisfacción con su vida actual, e incluso una mejor calidad de vida que el resto de los ancianos.
El rol del anciano
Desde la organización social, el papel asignado a los viejos es el de la marginación, pasividad y contemplación. La jubilación obligatoria y los montos retributivos bajos son otra cara de esta desconsideración social.
Por parte de los mayores, la pérdida de roles sociales significativos a raíz de la desvinculación laboral, la falta de claros modelos alternativos, los enfrenta con la necesidad de aprender nuevos roles y redefinir su inserción social.
La preparación para el retiro, realizado en un plano mediano o largo antes de la jubilación, le permite a los sujetos reflexionar sobre su futuro, redefinir sus nuevos roles, pudiendo mantener su vida social renovada, extensa y activa. En esta preparación debe participar de alguna manera el entorno laboral y familiar.
Si una persona carece de un rol de sustitución, corre el peligro de sumergirse en el aislamiento, con las concomitantes melancólicas, en la pérdida de interés por la vida.
En semejante estado se es propenso a contraer enfermedades, respondiendo a los estereotipos existentes que identifican vejez con enfermedad.
El jubilado debe reorganizar su sistema de relaciones sociales para compensar las que ha perdido. Los tipos de actividades pueden ser múltiples y están en función del contexto social, de la organización familiar, del ámbito geográfico y de los recursos y aptitudes personales.



Metodología
La hipótesis planteada es “Los ancianos jubilados de la ciudad de Río Cuarto dedican su tiempo a realizar actividades para sentirse útiles”
De ella se desprenden las variables a analizar: el tiempo y las actividades. A la variable tiempo la operacionalizamos en tiempo planificado y no planificado. Dentro del tiempo planificado se hallan: la jornada laboral, horarios estudiantiles y actividades dependientes no remuneradas. Dentro del no planificado: el tiempo libre.
En cuanto a las actividades pueden ser remuneradas y no remuneradas. Entre las no remuneradas diferenciamos entre las actividades recreativas, de instrucción y de solidaridad.
El tipo de investigación que realizamos es descriptiva, ya que existen piezas o trozos de teorías con apoyo empírico moderado, y el objetivo es especificar propiedades importantes de un grupo determinado de la población. Además, puede considerarse exploratoria ya que no tenemos conocimiento de ninguna investigación sobre las actividades de los ancianos jubilados en Río Cuarto. Debimos familiarizarnos con fenómenos relativamente desconocidos.
Los resultados de la investigación no se pueden generalizar dado el carácter de la muestra.
Nuestra investigación documental se basó exclusivamente en libros referidos al problema planteado. En tanto, la investigación de campo se realizó partiendo de una muestra no probabilística estratégica porque seleccionamos los integrantes de la muestra de acuerdo a nuestro criterio según nos parecía si eran ancianos o no. Luego se les preguntaba si eran jubilados, condición que se requería para formar parte de la muestra.
La recolección de datos fue realizada sin tener en cuenta instituciones y comercios, sino que a los encuestados se los hallaba en la vía pública en el horario laboral, con las implicancias que esto puede llegar a tener en el resultado de la investigación.
El instrumento que se utilizó fue el cuestionario cédula (ver referencia Nº 1 ) ya que el entrevistador es quien marca las respuestas y son preguntas con opciones. Al final del cuestionario se añade una pregunta abierta para profundizar el análisis.
En base al tratamiento de la variable tiempo, el diseño es seccional, ya que la recogida de información se realiza en un único momento en el tiempo.



Resultados
De los 100 encuestados, 21 personas trabajan, 3 en forma dependiente y 18 en forma independiente.
Al preguntar por la razón primordial por la que trabajaban, 9 personas respondieron que lo hacen por razones económicas, 2 personas para sentirse útiles y 10 personas manifestaron que por ambas razones.
Frente a la cuestión del horario laboral, 11 personas respondieron que trabajan de 1 a 4 horas diarias, 5 trabajan de 5 a 8 horas por día y 5 trabajan más de 8 horas.
Ante la pregunta sobre qué actividades extralaborales realizan, 14 llevan a cabo actividades recreativas, 2 actividades de solidaridad y una persona actividades de instrucción. En tanto que las 4 personas restantes no realizan ningún tipo de actividad.
Del total de encuestados 79 personas no trabajan, entre ellas 38 hombres y 41 mujeres.
A este grupo se le preguntó qué actividades realizan; 45 ancianos jubilados respondieron que practican actividades recreativas, una persona realiza actividades de instrucción y una persona actividades de solidaridad, varias personas manifestaron que realizan ,más de un tipo de actividad; 17 actividades recreativas y de solidaridad, 7 practican actividades recreativas y de instrucción, 7 personas llevan a cabo los tres tipos de actividad y una persona actividades de instrucción y de solidaridad.
Al interrogante de si les gustaría trabajar, respondieron de forma afirmativa 32 personas y de forma negativa 47 personas. En los casos afirmativos se interrogó acerca las razones que los llevan a trabajar. Frente a esta cuestión 8 personas respondieron que por razones económicas, 14 para sentirse útiles y 10 por ambas razones.


Conclusiones
Teniendo en cuenta, la información recolectada podemos concluir que la mayoría de los encuestados no trabaja, ya que casi un 80% respondió negativamente a esta pregunta. Este dato no se puede generalizar a la población que ha sido objeto de estudio ya que, en primer lugar, por razones de tiempo y presupuesto no se pudo tomar una muestra que realmente fuera representativa de la población estudiada y, en segundo lugar, las encuestas se realizaron en la vía pública a los transeúntes de edad avanzada que fueran jubilados y en el horario laboral, lo que daba poco margen para que respondieran afirmativamente a la pregunta sobre el trabajo.
Entre los que no trabajan existen dos grupos similares en cantidad: uno está integrado por quienes les gustaría trabajar y el otro por aquellos a quienes no les gustaría hacerlo. Los integrantes del primer grupo lo harían fundamentalmente para sentirse útiles. Los que integran el segundo manifiestan que ya han trabajado mucho y que sienten la necesidad de descansar.
De los ancianos jubilados que trabajan, la mayoría son hombres y las principales causas que motivan el trabajo son las razones económicas. Pero también, los ancianos jubilados que trabajan consideran necesario tener un rol en la sociedad para sentirse útiles. Casi el total de los que trabajan lo hacen en forma independiente, ya que ellos sostienen, en general, que la sociedad los desplaza y no les da una función. Este hecho se ve reflejado también en los dependientes que en su mayoría son tomados por sus familiares para trabajar por pocas horas.
Se percibe que los que trabajan son más vitales a la hora de realizar actividades extralaborales; en cambio los que no se notan más desganados y sus actividades se hallan esencialmente dentro del ámbito del hogar.
Por su parte, las principales causas de la realización de esta actividades son: entre los que trabajan para entretenerse y entre los que no lo hacen para ocupar el tiempo.

Mediante el análisis de datos como está planteada la hipótesis debemos refutarla, dado que las actividades, según manifiestan los encuestados, son realizadas para entretenerse, por gusto y para ocupar el tiempo y no para sentirse útiles, cuestión que se planteaba teóricamente. Sin embargo, se puede inferir de ella que el trabajo es una actividad, que un porcentaje significativo lo realiza para sentirse útil. Éste es un dato que no podemos pasar por alto.
Más allá del problema planteado, luego de la investigación nos surgieron nuevos interrogantes referidos a este sector de la población, como por ejemplo ¿qué pasa con aquellos ancianos que no son jubilados?, en caso de estudiar esa población ¿encontraríamos semejanzas si la comparamos con la población de ancianos jubilados?; ¿el porcentaje de ancianos jubilados que trabajan incide significativamente en el mercado laboral riocuartense quitando trabajo a los más jóvenes?; ¿la jubilación es una institución social que tiende hacia su desaparición?. Todas estas preguntas pueden servir de base para nuevas investigaciones que si se realizaran podrían contribuir a la formulación e implementación de políticas públicas destinadas a los ancianos.


Propuesta
Descubrimos que el trabajo es un eje importante para la socialización de los ancianos jubilados que deben encontrar una nueva identidad asumiendo nuevos roles. Por lo tanto, es importante que existan políticas públicas que tengan como fin concienciar a la sociedad sobre las necesidades que tienen los ancianos jubilados de reinsertarse en la sociedad. Tomamos como ejemplo, el plan que llevó a cabo la empresa Mc’ Donalds de brindar pasantías a los ancianos, ayudando así al anciano a sentirse útil y dinamizando la economía insertándolo en la cadena productiva.
Proponemos una concertación entre los comerciantes e industriales de Río Cuarto para que analicen la posible participación que pueden tener los ancianos jubilados en sus negocios.



Referencias y apéndices
Bibliografía
· Knopoff R y Oddone M. (1.991) “Dimensiones de la vejez en la sociedad argentina”, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
· Laforest, J. (1.991). “Introducción a la Gerontología”, Barcelona: Herder.
· Sáez N y Vega J.L. (1.989). “Acción socio-educativa en la tercera edad”, Barcelona: CEAC.



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