viernes, 23 de diciembre de 2011

El juego de las elecciones en VGB

Por Alejandro Montbrun

Hace más de una década nuestro Club Social y Deportivo jugaba la final de la “B” para ascender contra el Atlético Almafuerte. La gran campaña que lo llevó a disputar el ascenso a nuestro equipo de fútbol era fruto de la “extranjerización” del plantel: la dirección había traído una decena de “players” de Córdoba para lograr el campeonato.

Con todo, sin embargo, los números de las instancias finales apretaron la situación del equipo belgranense: 1 a 1 en VGB y en el partido de vuelta nos golearon 4 a 1 con lo cual la Villa perdió el ansiado ascenso.

La máquina de hacer goles y jugar lindo quedó deshilachada aquella tarde dominguera en Almafuerte.

Las suspicacias se deslizaron minutos después de terminado el encuentro, ¿cómo era posible tal baja en el rendimiento de un equipo que había descollando durante todo el año? La popu sentenció: “se vendieron” y el saber del tablón encontró una evidencia esclarecedora en el siguiente campeonato cuando los cuatro mejores jugadores de nuestro equipo aparecieron jugando en el Atlético Almafuerte.

Hace siete meses nuestro pueblo se encontró frente a un proceso electoral municipal y las propuestas de cada partido político eran televisadas por el canal local, “El sauce”, de la cooperativa de Luz y Fuerza. A modo de análisis, la política a veces puede verse como un partido de fútbol, donde encontramos equipos, árbitros y público. Tendríamos entonces: los equipos que serían los partidos políticos, jugadores, que fueron los candidatos a los distintos cargos (yo fui candidato a vocal del tribunal de cuentas por el Partido Nuevo), un árbitro; el canal local, y un público, que en este caso sería, los votantes.

Al iniciarse el programa “Panorama Electoral” (partido) consulté ante el Gerente de la cooperativa si él iba a ser el encargado del programa, digamos en términos futboleros: yo andaba preguntando quien iba a ser el árbitro y en ese momento Don Jorge Firley me dijo que todo lo organizaba Jimena Apecechea , y por lo tanto, debía hablar con ella.

“Panorama…” cual lugar donde se jugó el partido, resultó un buen aporte a la democracia de esta localidad ya que permitió a cada candidato mostrar sus propuestas en un medio de comunicación público.

Pero volvamos a mirar la política como un juego. Podríamos decir que hubo un equipo ganador comandado por el Sr. Gustavo Medina, otro equipo que estuvo a tiro del empate pero terminó perdiendo (de la mano de Fabián Hoss) y otros dos que quedaron lejos en la tabla de posiciones y que pelearon mas por el descenso que por el campeonato como es el caso del Partido Nuevo de Teo Romero y el Frente Grande de Humberto Vera.

El público eligió este podio con su voto.Pero, ¿y el árbitro?.

Terminado el campeonato el árbitro dejó de serlo y pasó a jugar para uno de los equipos, esto se confirmó el día 9 de diciembre con la presentación pública de la nueva Directora de Prensa de la municipalidad de Villa General Belgrano, la Sra. Apecechea.

El panorama se manchó, la puerta giratoria hizo magia y siete meses después quien se suponía garantizaba imparcialidad en el debate pasó sin más prurito a las filas del equipo ganador.

A nadie se le ocurre pedirle un gesto de ética deportiva a un jugador de la liga de Río Tercero de futbol, pero cuando hablamos de la función pública y el manejo de los medios de comunicación, la cuestión es más complicada y las exigencias debieran ser mayores.

Cuando empecé la nota me acordé de aquella anécdota futbolera donde los jugadores que supuestamente defendían la camiseta belgranense con el mérito de su potencial, misteriosamente pierden y luego aparecen jugando para el otro equipo. Sin embargo aquí la cosa es más grave porque no fueron los jugadores, sino el árbitro el que rompió los códigos, las reglas del juego limpio, pero, como diría Julio Grondona (el “Padrino” del gran juego del fútbol), aquí también “todo pasa”.

sábado, 29 de octubre de 2011

EL AUTO DEL INTENDENTE


Por Alejandro Montbrun
Ya no rodarán más sus llantas por el pavimento bacheado de Villa General Belgrano ni hará huella en alguna calle de nuestros barrios. Así es amigos, nos abandonó un símbolo: el Chevrolet Vectra, el auto del intendente.
Desde su adquisición fue emblema de uso caprichoso a la medida de quien ocupaba en aquellos momentos el ejecutivo. En plena fiesta menemista el auto parecía ser un bien privado más del jefe comunal viciado de las peores mañas peronistas. Los ´90 tenían fiesta y entre los jóvenes secretarios integrantes del municipio belgranense había ganas de vivirla.Y como las fiestas suelen ser de noche apenas salió la luna partió el funcionario, rumbo a Santa Rosa de Calamuchita, con máquina prestada, hacia un encuentro “protocolar” con las candidatas a reina de la cerveza de aquel 1998.
Mala suerte tuvo este ceniciento que debía volver con el carruaje entero a la mañana siguiente: la torrencial lluvia acompañada de los aromas de la noche embriagaron sus sentidos y el auto tocó con fuerza un badén. Seguramente hubo mucho ruido, salto y volantazo, pero el fierro siguió adelante. Impresionada quedó una bella candidata al trono cervecero que hacía las veces de copiloto mientas adulaba a la joven promesa del volante y del turismo en Córdoba. La larga noche llegó a su fin, las heridas, grandes. El golpe no fue un rasguño sino una herida casi mortal: “Rotura de cárter. Fundido” - sentenció el mecánico.
Aquel secretario peronista apodado “alfajor de pollo” porque según sus colegas no existía, hizo honor a su apodo y efectivamente pareció no existir. Al menos por un buen tiempo. Y por supuesto jamás tomó responsabilidad personal sobre el asunto. De esta forma, el Vectra, “el auto del intendente” marchó hacia una sanación larga para nunca más volver a ser lo que fue.
Sin embargo, los fierros se arreglan y éste se puso en marcha nuevamente. El auto pistoneaba por todos lados, de todos modos poco importaba, el vehículo pronto sería radical con la renovación del gobierno en el año 99.
Pero el calvario del pobre rodado, ya bastante averiado, recién comenzaba, como chiche de niños malos fue el símbolo de las rencillas entre el intendente saliente y su sucesor.
Exhibido como elemento maltratado durante la gestión peronista el coche fue posado en la plaza principal del pueblo para que los ciudadanos vieran el descalabro que habían hecho con él y con los demás integrantes del parque automotor.
Costó ponerlo en marcha: alguna mano traviesa que infantilmente no quiso ver a un radical manejando el auto escondió las llaves y para darle arranque fue necesario la ayuda de algún cerrajero hábil en estas cuestiones.
Pasado el bochinche de la transición traumática, de poder pensar seguramente el Vectra habría creído que le esperaban días de poca carga, sin sobresaltos, con pequeños viajes locales, pero no fue así. Quienes venían a señalar con el dedo el destrato y el mal uso de los bienes públicos agravaron la situación: de un pequeño viajecito de promoción a Santa Fe a un tortazo inolvidable que casi termina en tragedia para el enviado municipal a la provincia del río Paraná.
Mucho silencio, arreglo rápido y “acá no ha pasado nada”, sigue andando y andando pasó de manos: de secretario radical leguleyo a secretario radical experto en finanzas pero no en automotores. Y como en un abrir y cerrar de ojos debe haberle pasado por enfrente todo su vida al pobre coche cuando un choque lo dejó para siempre sin rodamiento cerca del Dique de los Molinos.
Pero el automóvil no pudo descansar en paz, aún muerto era un arma política muy poderosa ya que el gobierno radical en aquella transición del 99´ lo había mostrado como prueba de la barbarie. Y ocho años después no podía ser visto destruido por los mismos que supuestamente vinieron cuidarlo. Así el famoso Chevrolet Vectra gls 2.0 8v de dirección hidráulica y de cinco velocidades pasó al oscurantismo, escondido en el galpón municipal bajo siete llaves. Se tenía que pasar la campaña electoral de 2007 sin ninguna imagen, foto o testimonio que pudiese ser usado por la oposición como un arma mortífera en las elecciones.
Triunfo radical nuevamente y los miedos pasan: ya se puede exhibir al muerto y los correligionarios lo ubicaron en la sala de reanimación de un noble restaurador que a fuerza de chapa y pintura intentaría devolverle la vida. Pero los dineros no llegan y el noble restaurador no trabaja gratis. A pesar de ello como buen hombre que es, le da cobijo a ese pobre auto en sus dominios.
El tiempo transcurre y nadie retira lo que ya viene a tomar forma de chatarra. El viento, la lluvia, el sol, en fin… las inclemencias del tiempo hacen deteriorar segundo a segundo la máquina que pasado varios meses tuvo que dormir afuera porque ya no cabía más bajo el techo del noble restaurador.
Como teniendo clemencia de este auto, en el año 2009 el honorable concejo deliberante autorizó la venta mediante ordenanza N° 1534, considerando que: “es un vehículo importado que se encuentra en desuso desde hace 4 años y que por la antigüedad del mismo se encuentra amortizado”.
La venta fue solo una ilusión: nadie quiso al destartalado sobre La base de cuatro mil pesos. Abandonado a su triste suerte permaneció hasta un sábado lluvioso del reciente de septiembre de 2011, cuando unos extraños lo buscaron y partió rumbo a Rosario a descansar del maltrato de nuestros dirigentes.

lunes, 15 de agosto de 2011